lunes, 9 de enero de 2012

Pájaro

Una vez te llamé "pájaro", y te reíste tan de dentro que me inundaste de ti durante el resto de mi mañana de biblioteca. Te llamé "pájaro" porque abrì los ojos después de besarte y vi una jaulilla colgada de la rama de los pinos de la facultad. No buscaba una connotación, algo paradójico porque habìamos quedado esa mañana para hacer que hablábamos de Richard Rorty.

Y al final resultó que acabamos hablando de interpretaciones, y desde entonces no he podido dejar de ver ideas suicidas en El hombre que casi conoció a Michi Panero, de Nacho Vegas.

Rato después, en el tren, me di cuenta de que quizás lo de llamarte "pájaro" no esté tanto de más. Porque llegará el dìa en que volarás, volarás y lo dejarás todo perdido de plumas que se colarán por todas partes y nunca terminarán de recogerse.

Y sólo me quedará esperar que escondas tanta feminidad como dices, que seas una urraca hembra, para que un día regreses de nuevo al nido y enseñes a tu polluelo a volar contigo.

Sólo espero que, para entonces, no hayan acabado conmigo los depredadores.