Quisiera
estar en otra parte,
mejor
en otra piel,
y
averiguar si desde allí la vida,
por
las ventanas de otros ojos,
se ve
así de grotesca algunas tardes.
Me
gustaría mucho conocer
el efecto
abrasivo del tiempo en otras vísceras,
comprobar
si el pasado
impregna
los tejidos del mismo zumo acre,
si
todos los recuerdos en todas las memorias
desprenden
este olor
a fruta madura mustia y a jazmín podrido.
Desearía
mirarme
con
las pupilas duras de aquel que más me odia,
para
que así el desprecio
destruya
los despojos
de
todo lo que nunca enterrará el olvido.
Ángel González
(...que en las tardes que me huyen parece sangrarme).
El otro día estuve escribiendo sobre mi necesidad de viajar al cuerpo del otro para entender de una forma menos violenta de qué esta hecha esta desesperanzada. Y luego apareciste tú y apareció Ángelito en tu casa. Gracias por pasarte y por decirme esa cosa breve y bonita. Le sienta bien a una.
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