viernes, 25 de mayo de 2012

Indiscreción

“No estoy limpia. Vengo de un cuento de hombres y mujeres tan verdad y mentira como cualquiera. No hace falta contar lo que se ve en mis brazos, lo amordazado de mis ingles. Tú sabes. Yo aprendo. Esa es la parte buena del negocio. Que estoy dispuesta. Quería decírtelo personalmente mientras te abro la boca para que puedas devorarme. Me pongo así en tus manos y empieza el juego. No estoy limpia. Atrás se quedan cosas que me han dejado estrías en la tripa, rayas blancas, brillantes, en las que puedes colocar tu lengua para que lama a trompicones la inexperiencia que dan los años, las señales que delatan mi edad de árbol. Empezaré soplando el color de tu carne. La acercaré a mis labios, me hundiré en el sabor de cada trago como si fueras mi nutriente. Luego, cuando conozca tu grado de acidez, llegaré a más. No habrá contemplaciones. Seré una plaga de dedos que entren y salgan y arañen, froten, lleven y traigan líquidos y olores. Seré dientes que hagan crujir tus huesos y arrebaten las regiones más blandas. Seré una pierna dúctil y escurridiza anudada en tu origen. Me ensartaré en todos tus extremos hasta verme inundada. No estoy limpia. Ya lo ves. No es necesario que me tapes ahora. No es necesario. No tengo nada que ocultar. Las manchas que arrastramos son las que nos dan forma. Ahora quiero que te quedes aquí, que me dejes hacer, que me dejes hacerme.”


Del poemario No estoy limpia, de Inma Luna (Baile del Sol, 2011). Ella es una sonrisa con rizos capaz de hacer enmudecer con una poesía tremendamente corporal. 

El poema está entre los tesoros que he encontrado tras dejarme convencer a terminar un día redondo en la presentación de La indiscreta, una nueva revista digital que promete mucho mucho. Además de leerse algunos poemas del primer número, se han dado adelantos del segundo. 

Insisto, al loro con los indiscretos. Darán que hablar. Y que sentir. 





viernes, 18 de mayo de 2012

Viernes


Oír cómo te callas,
oírte recordar,
sentir que me haces hueco.
Saber que te contienes,
que evitas las palabras,
que archivas en tu mente
tus manos en mis pechos,
mis rizos en tu cara.
Te sienta bien el rosa.
Estás guapo y lo sabes.

Meternos en tu coche.
Cortar con funky el aire.
Nos falta un espectáculo
de olas y horizonte.

Y huir los dos a medias.
Reír los versos sueltos
con trazas de verdades.

Beber, beber cerveza
con pinchos de tortilla.
Saborear una chusta.
Estar donde se debe.

Y verlo todo claro,
y malgastar el tiempo
en las letras que temes:
son tu furtivo porno.

Insisto en que contigo,
siempre
me faltará la edad,
me sobrará la ropa.

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jueves, 17 de mayo de 2012

Regret


Cunden los mosquitos en esta fingida primavera y yo he perdido práctica en perderte.

Hace calor pero recobramos frente a otro café el Retiro y una mañana de frío sol de invierno. Pero ahora ya no tengo tiempo. Te he dejado escurrir entre las páginas de mis obligaciones y de pronto te deslizas entre ellas y se me moja la ropa interior. Y ahora conjuntas con el sarcasmo meteorológico. Será entonces que la ficción sólo había cerrado por vacaciones.

Aún me escuece la piel por no haberte arañado suficiente. Así que vete, vete con tu sol, con tu afán inconsciente por retorcerme dulcemente las entrañas, con tu inteligencia tierna que me hiere y me fascina. Vete, porque entonces no soportaré ver en tus ojos el reflejo de mi cadáver morado, ahogada en mí misma de nuevo.

 Vete y sé libre por mí, por quien no tuvo agallas para ver fácil el mundo. Por quien tuvo la desgracia de morirse joven, con el pecho oprimido de futuro.




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miércoles, 9 de mayo de 2012

Dichoso congreso...



Congreso internacional "Mitologías modernas: iconos, reescrituras, arquetipos".
21 al 25 de mayo de 2012, por diversos lugares de la Facultad de Filología de la Complu.

Inundada de responsabilidad, ahí saldré, con el alma destruida y la cabeza bien alta, a batirme con quien sea necesario para defender que nos vamos a la mierda. 

Esto promete. Uf.


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miércoles, 2 de mayo de 2012

Madrugadas


Tienes la virtud de aparecerte en mis madrugadas. Te me cruzas de camino al baño, cuando me acucia la vejiga a las mil de la mañana, mientras intento calcular cuánto café voy a necesitar para mantenerme despierta dentro de no demasiado rato. Y acabas por contribuir a que escupa letras que vibran de irritación pura, a ver si encontrándole sentido literario a mi anarquía insomne acabas por largarte de mí. No hay manera, y aquí estamos otra vez, letra a letra.

Sucede que me canso de intentarte. Este tácito pacto de no agresión se nos escurre garganta abajo, cuando tragamos saliva después de que nuestras lenguas apostaran al escondite. Atrás quedan los agudos combates de versos actualizados, dignos de cualquier Quevedo en plenitud con un ordenador y tres gintonics. Nada bueno podía salir de la colisión de mi ingenuidad y tu curso de veranos en camas ajenas. Hemos aprendido a afinar el morbo de lo imposible y a asesinar a bocados nuestras vidas de excelencia blindada.

Así estamos, como idiotas, dejándonos rodar por nuestro propio peso. Porque hemos aprendido también a ignorar los tiernos guiños a nuestra conSciencia sexual. Así, te sorprende tu capacidad para colocar el interés por mi escote en pos de mis gestos de concentración, y yo me preocupo por la sonrisa que me brota de tu masculina seriedad cuando hablas por teléfono.

            Y seguiremos así hasta que se nos cruce un destilado de elevada graduación que expolie la nebulosa de la palabrería. Pero hasta entonces, por suerte o por desgracia, seguiremos cómodamente instalados en la cobardía, la de los gilipollas que no tocan, por no cortarse, la línea del horizonte.