Cunden los mosquitos en esta
fingida primavera y yo he perdido práctica en perderte.
Hace calor pero recobramos frente
a otro café el Retiro y una mañana de frío sol de invierno. Pero ahora ya no tengo
tiempo. Te he dejado escurrir entre las páginas de mis obligaciones y de pronto
te deslizas entre ellas y se me moja la ropa interior. Y ahora conjuntas con el
sarcasmo meteorológico. Será entonces que la ficción sólo había cerrado por
vacaciones.
Aún me escuece la piel por
no haberte arañado suficiente. Así que vete, vete con tu sol, con tu afán
inconsciente por retorcerme dulcemente las entrañas, con tu inteligencia tierna
que me hiere y me fascina. Vete, porque entonces no soportaré ver en tus ojos el
reflejo de mi cadáver morado, ahogada en mí misma de nuevo.
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