Amanezco. Vestida. Borracha. Un
ovillo por fuera y por dentro. Se me irrita Madrid y de pronto estamos
brindando con excusas para ponernos por fin las manos encima.
Tus dedazos casi absurdos al
sujetar el tequila. Luces, voces cada vez más encendidas. Tus ojos pequeños
disolviendo la realidad más que todo el jägermeister del mundo. Disfrazamos de
palabras y sonrisas las ganas de hablarnos más bajo y más cerca. La vida
alrededor desaparece y a los otros ya les rebosa la cabeza de arena.
Nos inundamos de momentos, de
risotadas colectivas, de recuerdos, de estados de facebook para la mañana siguiente.
Me miras sin disimulo desde el otro sofá, al filo de la jodida realidad, de la
increíble evidencia del número que te persigue.
Amanezco y repaso el universo, leyendo
en cada surco de la noche anterior que nosotros ya hemos sembrado un futuro
suicida.
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