miércoles, 13 de junio de 2012

Hambre


Me revienta tu chulería de playa, tu pose de bróker de discoteca. No soporto la perturbación inmoral de tus palabras, tu argot de vaso sucio y de ginebra. Osas vulnerar mi integridad con piropos extraviados en bares de carretera, tú, delincuente verbal, aprendiz de Sabina, salteador de dignidades.

Con soberbias matemáticas despellejas mi entereza, malintencionado violador de métodos y números. Ridiculizas con racionalismo mis mundos posibles, y lo detesto. Oh, científico inmundo, te torturaría hasta que sangraras cada fórmula, te arañaría versos en el pecho para que olvidaras hasta la última cifra. Recitarías hasta la esquizofrenia cada palabra de Cortázar o de Valle.  

Me envenena tu ética instintiva, la pública necesidad de tu carne, tu pedante onanismo. Sólo encuentro clemencia por una mente detrás de tu trágica vanidad fingida. Aborrezco tus canalladas hipócritas de forajido postizo.

           Por todo ello, o a pesar de ello, quisiera que me follaras con mucha fuerza. 




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