Me revienta tu chulería de playa, tu pose
de bróker de discoteca. No soporto la perturbación inmoral de tus palabras, tu
argot de vaso sucio y de ginebra. Osas vulnerar mi integridad con piropos
extraviados en bares de carretera, tú, delincuente verbal, aprendiz de Sabina,
salteador de dignidades.
Con soberbias matemáticas despellejas mi
entereza, malintencionado violador de métodos y números. Ridiculizas con racionalismo
mis mundos posibles, y lo detesto. Oh, científico inmundo, te torturaría hasta
que sangraras cada fórmula, te arañaría versos en el pecho para que olvidaras
hasta la última cifra. Recitarías hasta la esquizofrenia cada palabra de
Cortázar o de Valle.
Me envenena tu ética instintiva, la
pública necesidad de tu carne, tu pedante onanismo. Sólo encuentro clemencia
por una mente detrás de tu trágica vanidad fingida. Aborrezco tus canalladas
hipócritas de forajido postizo.
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