sábado, 23 de junio de 2012

Ese ser


Ese ser, que me saca de todas las casillas. Que me extirpa con reggae el aburrimiento. Con quien comparto baño, y quien me regala un valle de toallas húmedas cada mañana. Que es capaz de inyectarme en vena litros de tranquilidad; a mí, todo cortocircuito, es él mi toma de tierra. Ese ser de alma paquidérmica, bajo cuya piel de cuero repujado se esconde un espíritu trazado a tiralíneas. Todo curiosidad y borbotones de oculto conocimiento, que de vez en cuando deja brotar en forma de cuchillada irónica. 

       Ese ser, al que estrangularía por desesperación en unos momentos y en otros pasaría con él la eternidad mirando en silencio el horizonte.


Ese ser es mi hermano.

      Hoy hace 23 años que ese ser apareció en mi vida, o más bien irrumpió en ella de golpe y porrazo, como siempre. Nos jodió la siesta de un día de bochorno. Nos pilló desprevenidos; mi madre parió con el vestido puesto. Yo tenía 17 meses y hablaba de más, así que le robé el protagonismo y las palabras durante cerca de 3 años. Tardó en darse cuenta, pero reaccionó a su manera. Estalló de pronto y abolió su esclavitud. Desde entonces, convivimos en un mutuo acuerdo de paz, que se rompe sólo por culpa de aquello que nos une y nos separa: nuestro profundo amor por ir a nuestro puto rollo.

            Así que felicidades, ser. Estás en mí como eres tú, agazapado en silencio, camuflado en mi cabeza en constante ebullición. Y a veces, cuando todo se suspende, surges de entre las burbujas detenidas, y sin prisa (como siempre), eres el primero en desenfundar escuadra y cartabón y desmerecer el Parnaso de mi agobio. Por eso eres y serás el mejor de mis amigos.

            Soy como soy también por ti. Gracias.



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