jueves, 3 de diciembre de 2015

4 contra 9

         Cuatro semanas no es nada y me pregunto cuánto tiempo va a estar despertándome el dolor de los recuerdos, “secuestrada por la absurda insolencia
 de que todo después de ti
 sigue existiendo” y seguirá existiendo más allá de las madrugadas, de los otros cuerpos, de las cervezas de más y los viajes.
          Repito como un mantra al arrullo de los travestis borrachos y los coches de policía que 9 años no es nada que a pesar de los pesares tendrás amigos tendrás amor. Aunque mi punki de 2º ESO me saque de la bruma cuando leo a Cortázar a primera hora, profe el amor es sólo placer y egoísmo, y yo respiro hondo las horas que son Iván qué profundo te has levantado, y alimento su masturbación de las noches que vienen con la sonrisa que me brota por no darle la razón.
       Supongo que ahora podré por fin empezar a escribirte, podré por fin empezar a inventarte ahora que la realidad ya no existe, ahora que repito como un mantra al arrullo de los travestis borrachos y los coches de policía ya no tengo miedo soy valiente nunca supe quererte la vida va de esto y vamos a echarle cojones, qué demonios.



miércoles, 21 de octubre de 2015

           
           Pregúntate por qué apagas la radio del coche, por qué vives en silencio. Acaso temes escucharte latir la vida, ahora que la piel duele de callar tanto calor. Quizás retumbe aún bajo los tubos de escape el susurro de las consonantes rasgadas al oído y alcances a oírte rebosar electricidad.
 Pregúntate por qué llegas a casa y no enciendes la luz. Temes que los faros de los coches prendan bajo tu ombligo, que la tele del vecino te ilumine las arrugas de los pómulos, que el último cigarro te proyecte la locura en los párpados como diapositivas de tu nueva vida en llamas. Los trazos en portaminas, la oportuna gorra, los brazos cruzados, el labio mordido, los ojos ausentes buscando respuesta en la nada. Lo real bestial de nuestro ser sobre los muslos a tres días de distancia.
Pregúntate por qué tres dedos en la cintura es la medida del tiempo que tardarás en desplomarte. Pregúntate por qué tiemblas y escribes sobre temblar. 
Pregúntatelo.
De qué tienes miedo.





sábado, 17 de octubre de 2015

Si no se tiembla


Tus ojos ya eran tan inmensos y tu mente y tus palabras tan hipnóticas mucho antes de tantas cervezas y mis mensajes ridículos de los excesos.
Te regalé ya antes de la tormenta un par de tardes y cientos de cambios de clase; me dediqué a buscar razones por las que no suicidarme en esos ojos tan hipnóticos y en lo inmenso de tu mente y tus palabras. Motivos por los que no prenderse con la lumbre de una rutina rebosante de vocación y oculta sabiduría; de un corazón quizás impermeable, de un instinto con apagado automático ante la voluntad preestablecida. No hallé más que la sombra de la soledad y el miedo. Pero tus ojos eran tan inmensamente hipnóticos y 
tu mente y 
tus palabras.
Entonces recordé que "este pedazo de tiempo no significa nada si no se tiembla", y me dio por armar una nube que no tardó en preñarse de lluvia y no me importó calarme de ti hasta los huesos.
Ya debes saber que hablo demasiado para ser un animal tan subterráneo, que me visto de palabras contra el miedo. Sé de ti más de lo que debería y menos de lo que permite ese halo de oportuno misterio que parece evaporarse a dos centímetros de tus ojos. Sé también que cada vez que me sonríes te conviertes en la encarnación de mis desórdenes pendientes. Quisiera ser capaz de guardarte en silencio y simplemente pensar qué guapo estás, qué bien te queda la chupa y qué bien combina con tus ojeras de profe orgulloso.
Pero me ha tocado decidir que me quedo un rato a vivirte, que me queda papel para fumarme tu bendito cinismo si se nos agota el diluvio o las fuerzas para remar contracorriente. Me da rabia saber que sabes que me estoy pintando de valiente para atreverme a cantarte algún día un si tú me dices ven, un sé que esto puede acabar en catarsis pero ven a ordenarme si te atreves.




miércoles, 26 de agosto de 2015

        Cáceres o huir, esconderse bajo el sol doliente de mi verano 27 en Calzadilla, salida 88 de la EX-A1, sudando miedo y derrota y mensajes sin enviar en la carpeta de borradores. 
       Aquí la vida es simple, el gintonic a tres euros, el fracaso de otros. Bebemos hasta vomitar la edad del pavo, reímos hasta perdernos las estrellas, reímos hasta que un coro de perros callejeros se pone a ladrarle a la nada.
       Me derramo buscando al amor del asfalto la posibilidad de mi recuerdo al masturbarte, sabiéndote ignorante de que aún me tiemblas aunque ya no hace frío. El cielo abierto me eriza las astillas y me irrito cuando no me sale ser puta sin dejarme la razón a cada beso. Ardo de orgullo, follo de rabia, mi derrota no es tal y no me basta.
       Bajo el suelo templado parece aún arder el caciquismo y el hambre. Y aquí nosotras, triste detritus del éxodo rural con las bragas manchadas de alquitrán, maquillamos con grandes éxitos de las verbenas pasadas a las chicas felices y valientes que no somos, dejándonos ser parte de otro agosto al vacío, aquí, aquí tan lejos, donde habite el miedo a las cosas que quizás nunca existieron.


martes, 28 de abril de 2015


"Era, por lo demás, uno de esos que prefieren asistir a su propia vida y consideran improcedente cualquier aspiración a vivirla. (...) Son personas que contemplan su destino de la misma forma en que la mayoría acostumbra a contemplar un día de lluvia."

Alessandro Baricco, Seda


miércoles, 22 de abril de 2015

Problemas de geografía personal


Nunca sé despedirme de ti, siempre me quedo
con el frío de alguna palabra que no he dicho,
con un malentendido que temer,
ese hueco de torpe inexistencia
que a veces, gota a gota, se convierte
en desesperación.
Nunca se despedirme de ti, porque no soy
el viajero que cruza por la gente,
el que va de aeropuerto en aeropuerto
o el que mira los coches, en dirección contraria,
corriendo a la ciudad
en la que acabas de quedarte.
Nunca sé despedirme, porque soy
un ciego que tantea por el túnel
de tu mano y tus labios cuando dicen adiós,
un ciego que tropieza con los malentendidos
y con esas palabras
que no saben pronunciar.
Extrañado de amor,
nunca puedo alejarme de todo lo que eres.
En un hueco de torpe inexistencia,
me voy de mí
camino a la nada.
                                                   Luis García Montero, Los días

jueves, 9 de abril de 2015

Vibran los segundos al borde de mis párpados, cristalizo en los semáforos de Ronda de Valencia, regalo marranadas a los taxistas de Atocha mientras Julia araña la puerta del coche como mis niños los minutos del recreo. La mañana huele a pompas de sudor púber y plastidécor, a los besos a saldo en el pasillo de 2º B. 
La tarde resbala y rumia una imparable lesión cervical y el tema 45, lírica culta y lírica popular en el siglo XV, los cancioneros, Jorge Manrique, el romancero; el congreso de Semiosferas y la puta tesis y yo me cago en Fer y en sus promesas de que llegará un apocalipsis dorado al filo de la tercera Grand Cru.
Estrangulada por las 19.54 me sé ya incapaz de articular la vida. Y me brota el futuro como una roca de un charco de petróleo, asomándose hipnóticamente la certeza del dolor que prosigue a mi próximo naufragio. Me estalla la vida adulta a quemarropa, bajo unas nubes primíparas que se empeñan en repudiar la primavera.



miércoles, 8 de abril de 2015

Reestreno


Pudiera ser
que aquí llegara yo
--en todo mi teatro--
con el libro indeciso de los gestos
que la noche nos busca
y la tranquilidad
de ser desconocidos
entre focos que alumbran
esta ciencia ficción de nuestra vida.

Pudiera ser
que aquí llegara hoy
sin creerme la historia que aprendimos
y trajera delirios
o canciones antiguas,
caballos de cartón
para seguirte, periódicos y anuncios
donde buscar tu nombre.
Pudiera ser también que nos extrañe
la ilusión que supuso saber desconocernos,
hasta llegar aquí,
fingidos en la voz, desdibujados,
como suenan los pasos de la soledad
en los cines vacíos de reestreno.

Sólo busco esta noche
lo que tus ojos buscan
cuando el placer nos cerca,
sólo entiendo el asedio de tus brazos
que no tienen pasado,
aunque tus cuerpos son
el escenario
donde mis manos miran la soledad perdida,

y hoy
todo sigue encendido como entonces,
por que sólo nos queda
                                  salir a saludar.

Crucemos los papeles que nos llevan
a la orilla del gozo y la ginebra,
sembremos con carteles nuestra piel
anunciando el horario
y las funciones,
el precio de la vida y sus manías,
los límites precisos de la escena.

Este mundo no es sueño como dicen
figuras de papel,
caballos de cartón desdibujados.

            
                                                                          Luis García Montero

martes, 27 de enero de 2015

Köln, jazmines podridos.


    "El tiempo como destellos brillantes, como un perpetuo pestañeo. Vivir bajo el eterno efecto de abrir los párpados y que todo haya cambiado.
     De repente he abierto los ojos y estaba aquí, en mayo, extenuada por los efectos del trepidante ritmo latino que templa la habitación de al lado. No hacía mucho que mis ojos se habían cerrado por última vez en una fría madrugada de principios de diciembre, cuando caí en la cama agotada por el alcohol y el peso de mi locura transitoria. Dormí dos horas, me levanté aún ebria. Me tomé un café sentada sobre la maleta, sintiendo el agua sucia y caliente elevando la temperatura de mi estómago arrugado. Era, probablemente, la mañana más fría que he tenido el gusto de disfrutar en París.
     No recuerdo cuántas veces escuché la sintonía hipnótica de la SNCF durante aquellas dos horas, mientras lidiaba contra el sueño en la gélida gare de Saint Lazare. Porque aquel fin de semana fue eso, un sueño, un delirio. Sigo creyendo que ese tren me llevó a un universo paralelo donde el invierno se transformó un rato en una primavera tibia y oscura. El tiempo fue una bruma sin sentido desde que sentí el olor húmedo de tu sudadera hasta que se fundió en el cristal del tren el vapor en el que me regalaste un par de palabras.
     Y llegué a aquella casa, a aquella cama infinita donde no logramos encontrarnos. Y por fin, la paz. Me envolví en la funda nórdica como el regalo de unas navidades pasadas. Sólo desperté para volver a caer en el dulce sueño de tus palabras. Nos contamos un cuento y nos volvimos a dormir.
    Dormida pero despierta, bajo la suave diagonal del tejado, me deslicé por ese sábado como por todos los que estaban por venir. Sobreviví sin beber agua, drogada por la conversación amable y el intercambio sin prisas de momentos de nuestro pasado infeliz, frase a frase, verso a verso, capítulo a capítulo de otros veintipocos como los míos. Me ataste a ti desde dentro, de una manera hábil y sigilosa, en un silencio sólo alterado por el crujir del edredón. Me anudaste el corazón dejando un hilo hacia afuera, sacándome por la boca un colgajo sentimental aún indefinido. Quiero pensar que está atado a ti con firmeza, que sigue conectándonos aún hoy, aún a nuestra manera.
     Y luego volví a París, y de pronto fue invierno, y de repente las mariposas ni habían sido siquiera gusanos de seda. Y las palabras quedaron enterradas bajo la nieve, y los cuentos se quemaron al amor de la chimenea.

     Sólo quedó un manojo dobles sentidos brotando de entre la mala hierba de los recuerdos. De entre esos hierbajos que crecen en la primavera de verdad, de los que brotan sin querer unas flores violetas que siempre resultan ser las más hermosas del prado."

París, mayo de 2010.
Documentos sorpresa en una tarde gris de olor a flor violeta. 

lunes, 26 de enero de 2015

Otras veces


Quisiera estar en otra parte,

mejor en otra piel,

y averiguar si desde allí la vida,

por las ventanas de otros ojos,

se ve así de grotesca algunas tardes.


Me gustaría mucho conocer

el efecto abrasivo del tiempo en otras vísceras,

comprobar si el pasado

impregna los tejidos del mismo zumo acre,

si todos los recuerdos en todas las memorias

desprenden este olor
 a fruta madura mustia y a jazmín podrido.


Desearía mirarme

con las pupilas duras de aquel que más me odia,

para que así el desprecio

destruya los despojos


de todo lo que nunca enterrará el olvido.

Ángel González
(...que en las tardes que me huyen parece sangrarme).

domingo, 25 de enero de 2015

A mi edad.


Abraham Arturo
(aka. Artes).
De uso y disfrute todos los domingos en la RootsJam del Marula café (la Latina).